viernes, 12 de junio de 2015

El respiro en un suspiro.




Soy consciente de como me presto a la reflexión constante al intentar averiguarme. Y es que seguramente me pregunto demasiado. ¿Quién soy, de dónde vengo y a dónde voy?

Cuando dejo de pensarlo, me gusta sentirme como una fuente de muchas cosas distintas, algunas conocidas y otras que de tan profundas me sorprendo al verlas asomar. Algo así como un flujo inconstante de escalas, luces y matices diferentes. Quizás entonces es cierto, y las palabras se quedan cortas a mi parecer. Me he estudiado lo suficiente, he analizado el proceso que sigo en cada sensación, como mi percepción lucha por notar el vuelco, para sentir como gira y se retuerce. Aunque intenté convencerme que puedo sentir lo que me apetezca siempre existirá un margen de descontrol, como oír silbidos entre latidos algo tímidos. La realidad es que ya no me cuesta reconocer que me di permiso para quererme y ahora ya puedo sonreírme y seducirme y sentir orgullo por todo esto. Y sin prejuicio recordarlo con mi mejor perfil. Un autentico proceso de conocimiento.

En este momento tengo tantas cosas que contarme, y de las que engancharme si me apetece, algo que solo a mi me pertenece y no compartiré a no ser que empiecen a aburrirme mis silencios. El ente al que pertenezco está tan lleno que creo que pronto rebosará, de hecho, ya no tengo miedo a que deje de brillar, porqué ya no quedan monstruos escondidos debajo de mi cama.

Sonríe, yo nunca he dejado de hacerlo por los dos.