lunes, 23 de marzo de 2015

Donde el cielo es siempre azul.


A veces pienso en la eternidad, en lo egoísta que es al no permitirnos saber de ella, quizás es cierto que no existe, pero parece bonito creer poder verla. Parece mágico, lograr vivir en un viaje con metas sin huellas, sin marcas ni vestigios. Quizás es un engaño, pero soñar sin sueño es demasiado perfecto como para necesitar bostezos. Algo así como un atisbo de exceso, lucrándose de un infinito incierto. Se puede llegar tan lejos, si te apetece, puedes experimentar lo que desees. Puedes olvidar porque ya no cabe en tu cuerpo, ni ocupa más tu tiempo, un invento fortuito del que solo tu guardas el comienzo. Porqué no existe culpa capaz de abrumarte, no existe capricho que pueda achantarte. 

Me gusta pensar así, me gusta descubrirme, reinventarme y sonreír a mis adentros. Soy una ilusa enamorada de esos cuentos en los que el final está abierto, como ese disparate al que agarrarse sin remordimientos. Y es que en realidad, no necesito más, yo sola, conmigo misma y a luchar, que quedan muchas batallas que ganar.

 Aquí me encuentro y no me arrepiento.